Matar de hambre

10 de maio de 2014

Por Manuel Rivas.


Beatriz Figueora
Voy a votar ya. No voy a esperar al 25 de mayo. Las encuestas no hablan de nosotros, pero somos ya 405.000 y es posible que en esa fecha superemos el medio millón. Votar on line por la iniciativa de Figueroa. Hay quien lucha por poltronas, y quien lucha por la vida. Masticando el tiempo, minuto a minuto. Beatriz Figueroa es, ella misma, una red social, una revolución de heridos. Nada de sofismas. Su llamamiento comienza con un aullido: “Los médicos están intentando curarme, pero la Administración me va a matar de hambre”. Beatriz existe, e incluso mantiene con ironía una web titulada La vida no sigue igual. Su manifiesto retumba de principio a final. Una denuncia que duele y que asusta por la desconsideración en que se ha mantenido un problema gravísimo, con miles de afectados doblemente vulnerables: sin trabajo y sin salud. Se trata de la situación de los enfermos graves de cáncer y enfermedades crónicas, a quienes se les deniega sistemáticamente, “de oficio”, la pensión de incapacidad permanente. El ocultamiento también ha sido crónico. El silencio sólo comenzó a romperse con la huelga de hambre de Beatriz durante un mes. Cuando pudo comparecer en comisión parlamentaria muchos diputados ignoraban que estos enfermos graves tienen como única percepción un subsidio de 426 euros, y la obligación de pagar un 40% del precio de la medicación. La única posibilidad de conseguir la incapacidad permanente (revisable) es por vía judicial. A Beatriz, como a tantos, la Administración le denegó tres veces la pensión. El judicial es un proceso lentísimo. Muchos se quedan en el camino. Beatriz ha pasado varias veces por el quirófano, la última en febrero. Confiesa que ha llegado al límite. Derrotada en comisión por el rodillo gubernamental, la iniciativa volverá al Pleno. “Intacto era fragilísimo”, decía Euclides da Cunha de un personaje, “pero hecho escombros, formidable”. Beatriz Figueroa merece ser el nombre de una victoria.


Publicado o 10/05/2014 en www.elpais.com

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