Las tribus no pueden con el Ministro de Justicia

19 de agosto de 2014

Por Alberto Martínez de Santos. 


Gerónimo
¿Conoce alguien la historia de Salam Fayyad? No, verdad, pero a que se creen en la obligación de calificar de masacre lo que ocurre con el pueblo palestino bajo la única condición que en el otro lado se encuentre Israel y ¿cambiarían de opinión si les dijera de Salam Fayyad fue el primer Ministro de la Autoridad Palestina que tuvo claro que primero se organiza la administración, luego se controla el monopolio de la violencia y, por último, se declara la existencia del Estado? Y ¿a que no saben la cabeza que pidió Hamas a Fatah en el año 2013? No se intranquilicen que no sigo para que así continúen durmiendo tan tranquilos con sus perjuicios y sus culpables, porque los primeros solo se salvan con el estudio y los segundos con el análisis de las pruebas y cuando no hay nada de aquello, ni de esto, siempre nos quedan los telediarios y los opinadores de la cosa, cualquiera que esta sea.

Y por las mismas razones las rebeliones de las tribus dedicadas a la Justicia no tienen efecto alguno y ello suponiendo que se hayan producido, porque llenar las redes sociales de insultos, pancartas y logotipos contra el Ministro de Justicia le ahorraran a más de uno la visita del miércoles al psicólogo, pero se me escapan otras consecuencias mediatas de tan curioso comportamiento. No, aquí la única rebelión se produjo en Zaragoza en el 2013, cuándo los Registradores de la Propiedad rechazaron el pacto de la Directiva con el Ministro de Justicia para la transferencia del Registro Civil, que luego se ha terminado produciendo.

Pero el resto va cada uno por su lado y pidiendo por lo suyo sin importar, faltaría más, quien se hunde con el barco y en esas es muy sencillo llevarse por delante cualquier rebelión en forma de proyecto de Ley, Ley Orgánica o Decreto Ley. Ignoraba la existencia de un cuerpo de Jueces sustitutos y menos aún que el colapso de la Justicia se deba a la supresión de la sustitución por un licenciado en derecho y que se obligue a que conozca del asunto un Juez profesional (no parece haber dudas de estas sustituciones cuando se habla de cirugías, ingenierías o arquitecturas).

Desconozco qué relación tienen las tasas con el derecho del ciudadano a la justicia y dicha ignorancia se acrecienta cuando no escucho, ni leo que no puede llegar cualquier cosa a la mesa de un Juzgado. Recordaré que no pocos documentos del Consejo General del Poder Judicial y numerosos acuerdos de Juntas de Jueces concluyeron en la necesidad de cobrar tasas por acceder a la Justicia, incluyendo la penal. Así que aquí solo los Colegios de Abogados insisten en la supresión del pago, aunque sin alternativa, cuando en realidad el problema está en la proporcionalidad de la tasa y en qué litigios debe resolver un Juez. El ciudadano nos sirve para completar el manifiesto.

La tercera tribu que guerrea son los Procuradores y estos, por cuestión de supervivencia, no tendrán problemas en pisar a los Secretarios Judiciales y a los funcionarios de los Servicios Comunes en el intento de llegar a los últimos botes de salvamento. De hecho, ni unos, ni otros son enemigo de enjundia y más si pensamos que los mostradores están llenos de habilitados de quita y pon: si han podido colocar esa figura que no exige ningún requisito (creo y si me equivoco, ruego me corrijan), podrán quedarse con la ejecución y los servicios comunes.

Los sindicatos solo guerrean y mejor cuando había paz y había liberados sindicales de todos los gustos, olores y sabores. Ni que decir tiene que el cariño que sienten por el Cuerpo de Secretarios Judiciales es recíproco; les diré que echaron a antiguos afiliados del Cuerpo de Gestión cuando pasaron al Cuerpo de Secretarios y estos tuvieron que crear el SiSej, supongo que para sentirse como en casa. Con los Jueces no se atreven y dicho esto el problema de guerrear cuando no hay guerra es que cuando la hay, la gente está muy cansada de ver que nunca se premia el esfuerzo y el trabajo bien hecho (el caladero de los sindicatos no está en esa bolsa de estos funcionarios) y que pocas diferencias hay entre la patronal y los representantes de los trabajadores.

Los Secretarios Judiciales ya estamos partidos en dos: los Jefes y los demás y los demás para ser Jefes ya saben lo que tienen que hacer, no moverse demasiado (o mejor, nada) con lo que aquí el ciudadano también nos completa el manifiesto. ¿Y los jueces? Lo mismo que los Secretarios Judiciales solo que no está partida la carrera en dos, sino en tantos puestos como órganos colegiados haya. De hecho estos dos últimos grupos no son tribu, ni guerrean, ni creo que haya ganas de hacerlo: otra cosa es que los portavoces de algunas asociaciones salgan de cuando en cuando defendiendo esto (la justicia) o aquello (el ciudadano que completa el manifiesto), pero de ahí a que detrás esté el colectivo no va un trecho, va una autopista de cuatro carriles en cada sentido.

Por último, los Fiscales juegan en otra liga, como los Abogados del Estado y con ellos no suele ir la película o al menos, no hacen siempre el papel de víctima.

Ni que decir tiene que este análisis encubre toda clase de injusticias, pero una visión de conjunto requiere que nos alejemos del caso particular y del “qué hay de lo mío” para centrarnos en el proyecto de justicia que necesitamos como nación y mientras no lo tengamos, cualquier Ministerio de Justicia tendrá sencillo acabar con las tribús sin comenzar ninguna guerra.


Publicado o 18/08/2014 en http://justiciayprehistoria.blogspot.com.es/

Ligazón