Soy una funcionaria de la Administración de Justicia de Galicia y hoy quiero confesar que he cometido un pecado…. Soy sindicalista (da igual el sindicato) y creo en el movimiento sindical.
Hoy, un compañero, ante mi bajo estado anímico, me ha hecho unas preguntas que me han hecho reflexionar:
- ¿Engañamos a alguien?
- ¿Mentimos?
- ¿Negociamos por detrás?
- ¿Mantuvimos artificialmente el conflicto?
- ¿Logramos subidas a pesar de la traición de cuatro?
- ¿Hicimos todo lo posible para sacar adelante la huelga y defender a los trabajadores?
En ese momento mi yo interno gritaba un “SÍ” que me hacía comprenderlo todo.
Da igual que alguno califique nuestro movimiento sindical como “comisión de fiestas”, alegando que lo principal es acercar posturas en reuniones. Reuniones, que obviamente no se mantenían en el comité de huelga, con lo cual exigir acercar posiciones a quien no participaba en ellas es una argucia digna de traidores.
Ahora puedo entender esa premura por bajar rápidamente las cantidades con un seguimiento del 90%. Entonces no conseguía entenderlo, lamentablemente ahora sí.
¿Por qué no se fueron del Comité entonces?.
Por miedo demoraron el conflicto hasta que, después de 3 meses de huelga, los trabajadores no pudieron más. Por el camino, se animaba "bajo cuerda" a los trabajadores a incorporarse, se buscaban excusas de lo más peregrinas para no tener reuniones en el seno del Comité de Huelga y se intentaba torpedear “de facto” la lucha sindical.
Pero llegó el día, el día en que la mentira no pudo mantenerse más y se produjo la validación de un preacuerdo que una semana antes se rechazaba por no recoger los requisitos mínimos por los que luchábamos.
Y entonces fui plenamente consciente de lo que pasaba, entonces me di cuenta que “la cabra tira al monte”, y que lo volverían a hacer, una y cien veces más… la traición ya era un hecho consumado.
Por el camino no sólo he perdido dinero (a día de hoy todavía sigo en huelga), he perdido la fe en la unión sindical (no todos pueden ser compañeros de lucha, la lealtad es importante).
Hoy, después de más de 100 días de huelga, puedo decir con orgullo que NO ME ARREPIENTO, que ALGUNOS SÍ HEMOS LUCHADO TODO LO QUE PUDIMOS POR SACAR ADELANTE ESTA HUELGA Y DEFENDER A LOS TRABAJADORES, y sé que, pese a todo, volvería a hacerlo exactamente igual.
Y, le pese a quien le pese…SIGO CREYENDO EN EL MOVIMIENTO SINDICAL para cambiar las cosas, porque… es cierto, estoy TOCADA… pero NO HUNDIDA.